domingo, 8 de septiembre de 2013

El despacho

Ese día a ella le tocaba estar en el despacho. El despacho no era un sitio físico, simplemente su ordenación mental del espacio y del tiempo. Era como decir que para mí no estaba, pero sí para sus obligaciones.

 A mí no me importó, me monté mi propio "despacho" y pasé las horas sin ella... Ojalá que hubiera sido tan sencilla esa última parte, la de pasar sin ella las horas. El despacho era tan frío y gris que su ambiente derrotista me congeló hasta el parpadeo. Tenía miedo a quedarme solo para siempre. Las puertas se cerraron detrás de mí, era un encierro para el alma. "El despacho no era un sitio físico, simplemente una ordenación mental del espacio y del tiempo", intentaba recordar, pero esa frase ya no tenía sentido. El despacho se había convertido en algo real, algo llamado rutina, la rutina de no estar con ella, viviendo separados por una pared que ya no sabía si era real o imaginaria.

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