Me
estoy echando a perder en cada uno de tus besos. Se emborrona mi
perspectiva y pierdo la fuerza. No eres veneno; eres esencia, pero
una esencia amarga que deja un sabor agrio y adictivo. De
conformismo, de aceptarlo todo como es, sin querer cambiarlo. De
agachar las orejas, esconder el rabo y deambular solo por las calles
encerrado en tu recuerdo. Como un perro regañado y cobarde.
Me
contengo cuando quiero saber de ti, al final todo supone un
conflicto: lo bueno es ruinoso; lo malo, sigue siendo desastre. Pero
todavía quiero embriagarme de tu esencia oscura, de tu aura de
negatividad y miedo. Me preguntarás por qué lo hago, y sólo sabré
decirte que lo hago porque te quiero. Me duele verte así de postrada
ante el destino, sin celebrar los triunfos y fustigándote por el
fracaso. Porque te quiero no voy a dejarte sola en ese mundo de
sombras donde sólo habita el miedo y la soledad.
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