miércoles, 15 de enero de 2014

Ni una más...

Espero que ésta sea la última entrada que escribo sobre estados alterados de conciencia y drogas. Me cambié de bando, me he dejado los placeres mundanales para más allá de la tumba donde ni yo mismo, ni mi conciencia, podamos vigilarnos. He entregado mi corazón y alma al amor de una mujer y no quiero decepcionarla. Ha sido una batalla que se ha prolongado durante meses y, tristemente, cuando creí que la perdía, me decidí a reconducir definitivamente mi vida.

Hoy escucho una tonada de los Led Zeppelin, que siempre me acompañaba cuando me emborrachaba a solas, y la aprecio mejor, aunque con menos melancolía. Mañana empiezo terapia psicológica para dejar por siempre hasta el más sucio y persistente de mis hábitos. Lo dejo. Se acabó.

¿Qué gano?, me he preguntado muchas veces. ¿Acaso mi droga ahora se llama amor? No, no soy tan cursi. Pero puedo asegurar que con la fuerza del amor puedo enfrentar ahora lo más oscuro de mí, que he expuesto aquí decenas de veces, y que yo mismo desconozco exactamente cuál es el núcleo.

Ser el novio de una psicóloga esclarece mucho sobre su profesión. No me van a sentar en un diván para indagar porque siempre iba agarrado de un palo o rama para caminar cuando era niño. Ya no lo hacen así. Ahora van a por qué se mantienen todas aquellas conductas excéntricas y antisociales.

Ahora creo que una historia ha tocado a su fin. Hasta la próxima.

No hay comentarios: